Santo Tomás

Santo Tomás, llamado "el Dídimo" (gemelo), fue uno de los doce apóstoles de Jesús, célebre por su inicial incredulidad ante la Resurrección y su posterior confesión de fe más sublime: "¡Señor mío y Dios mío!". Los evangelios lo presentan como un discípulo sincero pero cauteloso, que necesitaba evidencias tangibles para creer, pero que una vez convencido se entregaba totalmente a Cristo, como cuando propuso acompañar a Jesús a Judea aunque ello significara morir con Él.

Tras Pentecostés, Tomás se convirtió en uno de los misioneros más audaces del cristianismo primitivo, llevando el Evangelio hasta la India según la tradición más antigua y confiable. Fundó comunidades cristianas en la costa malabar que perduraron hasta la llegada de los portugueses en el siglo XVI, siendo venerado como el "Apóstol de la India". Su martirio en Madras (actual Chennai) hacia el año 72 coronó una vida dedicada a la evangelización de tierras remotas. Es patrono de la India, los arquitectos, los incrédulos y quienes buscan certezas en la fe, demostrando que la duda sincera puede ser camino hacia una fe más profunda y que no hay distancia geográfica o cultural que pueda limitar la expansión del Evangelio.

Santo Tomás vivió el período fundacional del cristianismo, desde el ministerio público de Jesús hasta la expansión misionera primitiva. Su misión en la India, aunque sorprendente por la distancia, era factible gracias a las rutas comerciales establecidas entre el mundo mediterráneo y el subcontinente indio, especialmente después de las conquistas de Alejandro Magno que habían creado vínculos culturales duraderos entre Oriente y Occidente.

La evangelización tomista de la India representa uno de los esfuerzos misioneros más extraordinarios de la Iglesia primitiva, llevando el cristianismo más allá de las fronteras del Imperio Romano hacia civilizaciones milenarias completamente diferentes. Las comunidades cristianas de Santo Tomás en Kerala mantuvieron tradiciones litúrgicas y teológicas distintivas que testimonian la antigüedad de su fundación. Su obra misionera en la India anticipó en siglos la expansión universal del cristianismo, demostrando que el Evangelio podía inculturarse en cualquier civilización. La tradición tomasina influyó posteriormente en la evangelización portuguesa de la India y en el desarrollo del cristianismo asiático, estableciendo precedentes de diálogo intercultural que siguen siendo relevantes para la misión contemporánea en Asia.

La festividad de Santo Tomás se celebra el 3 de julio según una tradición litúrgica occidental que se remonta a los primeros siglos cristianos. Esta fecha conmemora la traslación de sus reliquias o algún evento significativo relacionado con su culto, ya que la fecha exacta de su martirio en la India no se conservó con precisión. La Iglesia oriental celebra su memoria en fecha diferente.

La celebración el 3 de julio, inicio del mes veraniero, es especialmente apropiada para contemplar la figura del apóstol que llevó la luz del Evangelio hasta tierras remotas, como el sol estival que ilumina los confines más lejanos. Su festividad precediendo a Santa Isabel de Portugal (4) y San Antonio Zaccaria (5) crea una secuencia que va desde la misión universal apostólica hasta el servicio cristiano en responsabilidades específicas. La fecha en julio permite reflexionar sobre la duda tomasina como experiencia humana universal que, cuando es sincera, puede conducir a una fe más madura y comprometida. Su memoria en el mes tradicionalmente misionero (por las vacaciones que facilitan viajes y experiencias) inspira especialmente a jóvenes cristianos a considerar vocaciones misioneras o compromisos evangelizadores más decididos.