Santa Inés

Santa Inés (c. 291-304) fue una virgen y mártir romana que murió durante la persecución de Diocleciano a los apenas 12 o 13 años de edad. Perteneciente a una familia cristiana noble, desde pequeña consagró su virginidad a Cristo, rechazando todos los pretendientes que se presentaron para casarse con ella debido a su belleza y riqueza.

Cuando un joven de alta posición social fue rechazado por Inés, la denunció como cristiana ante el prefecto de Roma. Al negarse a sacrificar a los dioses romanos y a renunciar a su fe, fue condenada a ser expuesta desnuda en un prostíbulo como castigo a su consagración virginal. Milagrosamente, sus cabellos crecieron cubriendo su cuerpo, y quienes intentaron acercarse quedaron ciegos. Finalmente fue ejecutada, convirtiéndose en símbolo de pureza y fidelidad a Cristo. Su nombre significa "pura" o "casta" en latín.

Inés vivió durante la "Gran Persecución" de Diocleciano (303-311), la más sistemática contra los cristianos en la historia del Imperio Romano. En una sociedad donde las jóvenes de familias nobles se casaban muy temprano por alianzas políticas y económicas, la decisión de Inés de consagrarse a Cristo era revolucionaria.

Su martirio tuvo lugar probablemente en el estadio de Domiciano (actual Piazza Navona) en Roma, hacia el año 304. La veneración hacia ella comenzó inmediatamente: Constantina, hija del emperador Constantino, mandó construir una basílica sobre su tumba en la Vía Nomentana. San Ambrosio, San Jerónimo y San Agustín escribieron sobre ella, consolidando su culto en toda la Iglesia.

Santa Inés fue martirizada el 21 de enero del año 304 en Roma. Su juventud extrema hizo que su martirio causara gran impacto: una niña de 13 años prefiriendo la muerte antes que renunciar a Cristo era un testimonio extraordinario que impresionó incluso a los paganos.

Su festividad se celebra tradicionalmente con la bendición de dos corderos blancos en la iglesia de Santa Inés en Roma, cuya lana se usa para tejer los palios que el Papa otorga a los arzobispos metropolitanos. Esta tradición se basa en el juego de palabras entre "Agnus" (cordero) y "Agnes" (Inés), simbolizando la pureza de la santa. Es patrona de las jóvenes, especialmente de las que consagran su virginidad a Dios.