San Francisco de Paula

San Francisco de Paula (1416-1507) fue un ermitaño y fundador italiano que se convirtió en uno de los santos más venerados del sur de Italia. Nacido en Paula, Calabria, desde los 13 años vivió como ermitaño en una cueva cerca de su pueblo natal, desarrollando una espiritualidad caracterizada por la extrema austeridad, la penitencia y una profunda humildad.

Fundó la Orden de los Hermanos Mínimos, así llamados porque se consideraban los "mínimos" entre todos los religiosos. Su regla incluía, además de los votos tradicionales, un cuarto voto de vida cuaresmal perpetua, que implicaba abstinencia total de carne, pescado, huevos y lácteos. Realizó numerosos milagros que le valieron fama en toda Europa, siendo llamado por el rey Luis XI de Francia en sus últimos momentos. Su lema "Charitas" (Caridad) resume su espiritualidad centrada en el amor a Dios y al prójimo.

Francisco vivió durante el Renacimiento italiano, época de grandes contrastes entre el esplendor artístico-cultural y la crisis moral de la Iglesia. Mientras las cortes renacentistas brillaban con lujo y refinamiento, él elegía la pobreza más radical en las montañas calabresas, creando un contraste profético con su época.

Su fama de santidad trascendió las fronteras. El papa Sixto IV lo envió a Francia en 1482 para asistir al rey Luis XI, quien esperaba que el santo lo sanara de su enfermedad mortal. Francisco permaneció en Francia hasta su muerte, estableciendo varios conventos de Mínimos y ejerciendo gran influencia en la corte francesa. Su presencia en Francia durante 25 años contribuyó a la reforma espiritual de ese reino.

San Francisco de Paula murió el 2 de abril de 1507 en Plessis-lès-Tours, Francia, a los 91 años, rodeado de sus discípulos y con fama de santo. Sus últimas palabras fueron: "In manus tuas, Domine, commendo spiritum meum" (En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu).

Fue canonizado en 1519 por León X, apenas 12 años después de su muerte, testimonio de la veneración universal que despertaba. Es patrono de Calabria, de los navegantes (por haber atravesado el estrecho de Mesina sobre su manto) y protector contra los terremotos. Su cuerpo fue profanado durante la Revolución Francesa, pero sus reliquias se conservan en varios santuarios de Italia y Francia.