14 de julio — San Camilo de Lelis

La Vida de Camilo: De la Perdición a la Santidad

Camilo de Lelis nació el 25 de mayo de 1550 en Bucchianico, cerca de Chieti, en los Abruzos italianos. Su nacimiento fue extraordinario: a pesar de pertenecer a una familia noble, su madre Camila Compellis, de 60 años, quiso que naciera en un establo para imitar el nacimiento de Jesucristo.

Una Infancia Marcada por la Pérdida

Camilo quedó huérfano de madre siendo muy pequeño. Su padre, Juan de Lelis, era un mercenario militar al servicio de España. El niño creció en un ambiente belicoso, desarrollando el carácter fuerte y testarudo de los guerreros. Era extraordinariamente alto para la época: 1.90 metros, por lo que le llamaban "el gigante".

Durante su adolescencia también perdió a su padre, quien murió en sus brazos tras contraer fiebres malignas durante una campaña militar. Esta doble orfandad marcó profundamente su carácter rebelde y su búsqueda desesperada de aventura y gloria.

Soldado y Jugador Compulsivo (1569-1575)

Siguiendo la tradición familiar, a los 19 años Camilo se alistó en el ejército veneciano para luchar contra los turcos en el Mediterráneo. Durante estas campañas desarrolló dos vicios que marcarían su juventud:

• Una herida en la pierna que le causó úlceras que nunca sanaron completamente
• Adicción al juego que se convirtió en obsesión destructiva

Su pasión por los juegos de azar era incontrolable. En 1574, en las calles de Nápoles, llegó al punto más bajo: apostó y perdió absolutamente todo lo que tenía, incluyendo sus armas, ahorros y hasta la camisa que llevaba puesta. Quedó literalmente desnudo y en la miseria.

El Hospital de San Giacomo: Primer Contacto

La herida de su pierna lo llevó en 1571 al Hospital de San Giacomo en Roma (Hospital de los Incurables). Allí trabajó como criado mientras se curaba, pero su temperamento revoltoso y su adicción al juego hicieron que fuera despedido tras nueve meses.

Los hospitales de esa época eran lugares espantosos: sin higiene básica, atendidos principalmente por condenados que cumplían penas, sin conocimientos médicos, y donde se desconocía la ventilación. Los enfermos morían más por negligencia que por enfermedad.

El Momento de la Conversión (1575)

Sumido en la miseria total tras perder hasta la ropa, Camilo consiguió trabajo en la construcción de un convento capuchino en Manfredonia. Allí, mientras transportaba piedras, escuchó la predicación de un fraile capuchino que le dijo palabras que cambiarían su vida:

"Dios es todo. Lo demás es nada. Es necesario salvar el alma que no muere..."

Estas palabras tocaron profundamente su corazón. A los 25 años, Camilo experimentó una conversión radical. Reconoció que había vivido como esclavo de sus pecados y decidió dedicar su vida completamente a Dios y al servicio del prójimo.

Intentos de Vida Religiosa

Camilo solicitó ingresar a los capuchinos, pero dos veces fue rechazado debido a las úlceras de su pierna, que se consideraban incurables y contagiosas. Esta aparente desgracia fue providencial: Dios tenía otros planes para él.

Regresó al Hospital de San Giacomo, pero esta vez con una mentalidad completamente transformada. Ya no era el joven rebelde y jugador, sino un hombre convertido que veía en cada enfermo el rostro de Cristo sufriente.

La Revolución Hospitalaria

Camilo comenzó a trabajar como enfermero con una dedicación y amor extraordinarios. Su transformación fue tan evidente que rápidamente fue nombrado administrador y director del hospital. Implementó cambios revolucionarios:

• Higiene básica: Limpieza de salas y ventilación
• Atención personalizada: Cada enfermo tratado con dignidad
• Cuidado espiritual: Preparación para la muerte cristiana
• Formación de enfermeros: Capacitación de personal competente

La Visión Divina: 14 de agosto de 1582

Durante una vigilia nocturna cuidando enfermos, Camilo tuvo una iluminación divina. Se dio cuenta de que Dios quería algo más grande: no bastaba mejorar un hospital, sino crear una nueva forma de atender a los enfermos.

Necesitaba "hombres piadosos y generosos, que no quieran saber nada de salarios o compensaciones de ningún tipo, sino guiados y movidos únicamente por el amor a Dios y a estos pobres enfermos".

Sacerdocio y Fundación

A los 30 años, Camilo decidió hacerse sacerdote. Ingresó en el Colegio Romano (actual Universidad Gregoriana), donde sus compañeros jóvenes se burlaban de él por empezar tan tarde. Se ordenó sacerdote el 26 de mayo de 1584.

El 8 de diciembre de 1591 fundó oficialmente la Congregación de Clérigos Regulares Ministros de los Enfermos, conocidos como "Camilianos" o "Padres Camilos".

La Cruz Roja Original

En 1586, el Papa Sixto V autorizó a Camilo y sus religiosos a llevar una cruz roja cosida en el pecho de sus hábitos. Esta cruz tenía tres significados profundos:

• Distinción: Para diferenciarse de los jesuitas
• Esclavitud sagrada: Marcados como esclavos dedicados a los enfermos
• Religión de la cruz: Vida de sacrificio siguiendo a Cristo crucificado

Desde 1595, Camilo envió religiosos con las tropas como enfermeros de guerra. Esta fue la primera organización de enfermeros militares de la historia, precediendo a la Cruz Roja Internacional por más de 250 años.

Expansión y Martirio por Amor

La obra de Camilo se expandió rápidamente. Sus religiosos atendían:

• Hospitales públicos: Reformando la atención
• Enfermos domiciliarios: Llevando cuidado a las casas
• Prisioneros enfermos: Sin discriminación
• Apestados: Arriesgando la vida por los contagiosos
• Heridos de guerra: En los campos de batalla

En 1588, cuando un barco con enfermos de peste no fue autorizado a entrar en Nápoles, los camilianos subieron al barco para atenderlos. Muchos murieron contagiados: fueron los primeros mártires de la nueva congregación.

Los Últimos Años: Dolor y Entrega

Camilo sufrió durante 46 años las úlceras de su pierna, que desde los 36 años se complicaron con una fractura. También tenía llagas dolorosas en la planta del pie y, en sus últimos años, náuseas constantes que apenas le permitían comer.

A pesar de su sufrimiento, nunca se quejaba y enviaba a sus hermanos a cuidar a otros enfermos en lugar de pedirles que lo atendieran a él. Fundó 15 casas religiosas y 8 hospitales.

En 1607 renunció a la dirección de su orden, pero participó en el capítulo de 1613. Murió en Roma el 14 de julio de 1614, a los 64 años, rodeado de sus hermanos religiosos.

Canonización y Legado

Fue beatificado en 1742 y canonizado en 1746 por Benedicto XIV. En 1886, León XIII lo declaró, junto con San Juan de Dios, protector de todos los enfermos y hospitales del mundo católico.

Su obra perdura: los Camilianos siguen trabajando en 145 hospitales, cuidando 7,000 enfermos, con 1,770 miembros repartidos por Europa, América y Asia.