Santa Lucía de Siracusa

Santa Lucía (283-304) fue una virgen mártir siciliana que sufrió la muerte durante la persecución de Diocleciano. Nacida en Siracusa de familia noble, consagró secretamente su virginidad a Cristo desde la adolescencia. Cuando su madre Eutiquia enfermó gravemente, peregrinaron al sepulcro de Santa Águeda en Catania, donde Lucía obtuvo la curación materna y reveló su voto de castidad.

Al rechazar el matrimonio concertado por su madre, fue denunciada como cristiana por su pretendiente despechado. Durante el martirio, los verdugos intentaron llevarla a un prostíbulo, pero no pudieron moverla del lugar; luego quisieron quemarla, pero las llamas no la tocaron; finalmente fue decapitada, pero según la tradición siguió hablando sin cabeza. Su nombre (Lucía = luz) simboliza la luz de Cristo que vence las tinieblas. Es patrona de la vista, los ciegos y los electricistas, siendo especialmente venerada en Escandinavia.

Lucía vivió durante la Gran Persecución de Diocleciano (303-311), la más sistemática y cruel contra los cristianos en todo el Imperio Romano. Sicilia, como provincia romana, no escapó a esta persecución que pretendía erradicar definitivamente el cristianismo mediante la tortura y muerte de sus fieles más destacados.

Su martirio en 304 la sitúa entre los últimos testigos de la era de las persecuciones, pocos años antes del Edicto de Milán (313) que daría libertad religiosa a los cristianos. Su culto se extendió rápidamente por todo el Imperio, siendo mencionada en el Canon Romano desde el siglo VI. En los países nórdicos, su festividad coincide con el solsticio de invierno, convirtiéndola en símbolo de la luz que vence a las tinieblas más largas del año.

Santa Lucía fue martirizada el 13 de diciembre de 304 en Siracusa, durante la persecución de Diocleciano. Su muerte ocurrió precisamente en los días más oscuros del año según el calendario juliano, convirtiendo su festividad en símbolo de la luz que vence las tinieblas, tanto físicas como espirituales.

Su culto es especialmente intenso en Suecia, donde se celebra con procesiones de niñas vestidas de blanco portando coronas de velas encendidas, tradición que simboliza la luz de Cristo en la oscuridad invernal. Es patrona de Siracusa, Suecia y de los ciegos. Su festividad en Adviento es profundamente simbólica: anuncia que Cristo, Luz del mundo, está próximo a nacer para iluminar a quienes viven en tinieblas. Su nombre mismo (Luz) hace de ella heraldo natural de la Navidad.