Santa Rita de Cascia

Santa Rita de Cascia (1381-1457) fue una mujer italiana que vivió los tres estados de vida cristiana: matrimonio, viudez y vida religiosa, convirtiéndose en modelo universal de santidad femenina. Nacida Margherita Lotti en Roccaporena, cerca de Cascia, quiso desde joven consagrarse a Dios, pero por obediencia a sus padres se casó con Paolo Mancini, hombre violento que ella logró convertir con su paciencia y oración. Tras el asesinato de su esposo en una vendetta familiar, Rita educó cristianamente a sus dos hijos y, una vez fallecidos estos, ingresó en el convento agustino de Cascia.

Como monja agustina, Rita se distinguió por su vida penitencial extraordinaria y su unión mística con Cristo crucificado, recibiendo en su frente una espina de la corona de Cristo que la acompañó durante quince años hasta su muerte. Su intercesión se hizo célebre por los milagros obtenidos en casos humanamente imposibles, ganándose el título de "santa de las causas perdidas". Canonizada en 1900, Rita es invocada especialmente por mujeres en situaciones matrimoniales difíciles, madres preocupadas por sus hijos y todas las personas que enfrentan circunstancias aparentemente sin solución, demostrando que la santidad es posible en cualquier estado de vida.

Rita vivió en la Italia del Renacimiento temprano, época marcada por violentas luchas entre ciudades-estado, vendetas familiares y fragmentación política. Su región natal de Umbría experimentaba constantes conflictos entre güelfos y gibelinos, donde el honor familiar se defendía frecuentemente con violencia. En este contexto turbulento, Rita representó un modelo alternativo de resolución cristiana de conflictos a través del perdón, la paciencia y la oración.

Su matrimonio con un hombre violento ilustra la condición femenina de su época, cuando las mujeres tenían pocas opciones y debían soportar situaciones difíciles con resignación cristiana. Sin embargo, Rita demostró que esta aparente pasividad podía convertirse en fuerza transformadora capaz de cambiar corazones endurecidos. Su posterior vida monástica en Cascia coincidió con el florecimiento de la espiritualidad femenina medieval tardía, donde conventos como el suyo se convirtieron en centros de vida mística y servicio caritativo. Su fama de santidad se extendió rápidamente por la región, convirtiendo a Cascia en lugar de peregrinación que perdura hasta hoy.

Santa Rita murió el 22 de mayo de 1457 en el convento de Cascia, fecha que se convirtió en su dies natalis y festividad litúrgica. Su muerte fue acompañada de signos prodigiosos que confirmaron su santidad: su celda se llenó de fragancia celestial y su cuerpo permaneció incorrupto, atrayendo inmediatamente la veneración popular que nunca ha cesado.

La celebración el 22 de mayo, en pleno tiempo pascual, es especialmente significativa pues Rita encarnó de manera extraordinaria la participación en la Pasión de Cristo que conduce a la gloria de la Resurrección. Su vida de sufrimientos unidos a los de Cristo - desde las dificultades matrimoniales hasta la espina en su frente - encuentra su sentido en la esperanza pascual de transformación y victoria final. La fecha permite contemplar cómo la cruz asumida con amor se convierte en fuente de vida nueva, tanto para quien la lleva como para quienes se benefician de su intercesión. En mayo, mes mariano, Rita resplandece también como discípula de María en la aceptación amorosa de la voluntad divina.