Presentación del Señor

La ofrenda de Jesús en el templo y la luz de las naciones

Se celebra el 2 de febrero

¿Qué es la Presentación del Señor?

La Presentación del Señor es la fiesta que conmemora cuando María y José llevaron al niño Jesús al templo de Jerusalén cuarenta días después de su nacimiento, cumpliendo la ley mosaica que prescribía la purificación de la madre y la presentación del primogénito al Señor. Este evento, narrado por San Lucas, marca el primer encuentro oficial de Jesús con el templo y revela su identidad mesiánica a través de las profecías de Simeón y Ana, dos ancianos justos que reconocieron en el niño al "Mesías del Señor".

La festividad resalta tres dimensiones fundamentales: la obediencia de la Sagrada Familia a la ley judía, el reconocimiento profético de Jesús como "luz para iluminar a las naciones", y la profecía del sufrimiento futuro simbolizada en la espada que atravesaría el alma de María. Por esta razón, la celebración incluye la bendición y procesión de velas (Candelaria), simbolizando a Cristo como luz del mundo. También se conoce como fiesta de la Purificación de María, aunque el énfasis litúrgico actual se centra en la presentación de Jesús. Esta solemnidad marca el encuentro entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, representado en Simeón y Ana que esperaban la consolación de Israel.

Luz de las naciones Profecía de Simeón Candelaria Purificación María

Contexto Histórico

La presentación de Jesús ocurrió en el templo de Herodes, el centro religioso del judaísmo del siglo I, donde se realizaban los sacrificios prescritos por la ley mosaica. La ofrenda de "un par de tórtolas o dos pichones" que trajeron José y María indica su condición económica modesta, ya que las familias acomodadas ofrecían un cordero. El rito cumplía dos prescripciones: la purificación de la madre tras el parto y la "redención" del primogénito mediante una ofrenda.

Simeón y Ana representan al "resto santo" de Israel, aquellos judíos piadosos que esperaban fielmente la venida del Mesías. Sus profecías revelan que Jesús cumple las esperanzas veterotestamentarias pero las trasciende, siendo luz no solo para Israel sino para todas las naciones. La celebración cristiana de esta festividad se desarrolló tempranamente: ya en el siglo IV se celebraba en Jerusalén, extendiéndose posteriormente por Oriente y Occidente. La tradición de las velas (Candelaria) se originó en las procesiones con antorchas que acompañaban la liturgia, simbolizando a Cristo como luz que disipa las tinieblas del paganismo y el pecado.

¿Por qué el 2 de febrero?

La festividad se celebra el 2 de febrero porque ocurre exactamente cuarenta días después de la Navidad (25 de diciembre), respetando el tiempo prescrito por la ley mosaica para la purificación materna y la presentación del primogénito. Este cálculo litúrgico, establecido desde los primeros siglos del cristianismo, mantiene la cronología evangélica y subraya la continuidad entre Navidad y Presentación como misterios de la manifestación de Cristo.

La fecha del 2 de febrero marca tradicionalmente el final del tiempo navideño y el inicio del camino hacia la Cuaresma, sirviendo como puente litúrgico entre la manifestación gozosa de Cristo en Navidad y la revelación de su misión dolorosa que culminará en la Pasión. La proximidad a la Candelaria popular (especialmente en países hispanos) ha enriquecido esta celebración con tradiciones folklóricas que subrayan la dimensión familiar y doméstica de la fe. El simbolismo de la luz es especialmente apropiado en febrero, cuando el hemisferio norte comienza a experimentar el alargamiento de los días, haciendo de Cristo-luz una realidad cósmica además de espiritual.

40 días después de Navidad
IV siglo primeras celebraciones

"Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque han visto mis ojos tu salvación"

💫 Su Relevancia Hoy

La Presentación del Señor mantiene extraordinaria relevancia como modelo de vida consagrada y entrega generosa a Dios. Para padres cristianos, la ofrenda de Jesús en el templo inspira a consagrar sus hijos al Señor, educándolos en la fe pero respetando su libertad para discernir la propia vocación. La profecía de Simeón sobre Cristo como "luz de las naciones" resuena especialmente en una época de relativismo religioso, recordando que Jesús es la respuesta universal a las búsquedas humanas de sentido. Para personas consagradas, esta fiesta subraya que toda vida religiosa prolonga la presentación de Cristo al Padre. El simbolismo de la luz ofrece esperanza en tiempos de oscuridad social y crisis de valores, recordando que Cristo sigue siendo la luz que ninguna tiniebla puede apagar.

Reflexión del Día

"Señor Jesús, luz de las naciones y esperanza de Israel, que fuiste presentado en el templo por María y José en obediencia a la ley, ayúdanos a presentarte nuestra vida como ofrenda agradable al Padre. Que como Simeón y Ana sepamos reconocerte en los acontecimientos cotidianos y proclamarte como salvación para todos los pueblos. Ilumina nuestras familias y comunidades con tu presencia, y haznos instrumentos de tu luz en un mundo necesitado de esperanza."

— Oración en la Presentación del Señor

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