Santísimo Nombre de Jesús

El nombre "Jesús" proviene del hebreo "Yehoshua" o "Yeshua", que significa "Yahvé salva" o "Dios es salvación". No fue elegido por José y María, sino revelado por el ángel Gabriel tanto a María en la Anunciación como a José en sueños. Este nombre expresa perfectamente la misión del Hijo de Dios hecho hombre: salvar a la humanidad del pecado.

Para los judíos de la época, el nombre tenía un poder especial: expresaba la esencia y el destino de la persona. Al llamar "Jesús" al Mesías, Dios revelaba que la salvación esperada por Israel no vendría por la fuerza política o militar, sino por el amor redentor. San Pablo enseña que "al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra y en los abismos" (Fil 2,10), subrayando su poder divino y su señorío universal.

La devoción al Santísimo Nombre de Jesús tiene raíces apostólicas, pero se desarrolló especialmente en la Edad Media. San Bernardo de Claraval (siglo XII) promovió fervorosamente esta devoción, describiendo el nombre de Jesús como "miel en la boca, melodía en el oído, júbilo en el corazón".

San Bernardino de Siena (siglo XV) popularizó el monograma "IHS" (las tres primeras letras de Jesús en griego) y predicó incansablemente sobre el poder del Santo Nombre. La festividad litúrgica fue establecida por el Papa Sixto V en 1585 a petición de los franciscanos. Tras la reforma litúrgica de 1970, se trasladó al 3 de enero, cerca de la Navidad, para recordar que el nombre fue impuesto en la circuncisión, ocho días después del nacimiento.

El 3 de enero está próximo al 1 de enero, cuando según la tradición bíblica Jesús fue circuncidado y recibió oficialmente su nombre según la ley judía, ocho días después de su nacimiento. La fecha conecta íntimamente la imposición del nombre con el misterio de la Encarnación celebrado en Navidad.

Esta celebración nos invita a reflexionar sobre el poder salvador que encierra el nombre de Jesús. No es una fórmula mágica, sino la invocación confiada del único nombre "bajo el cielo dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos" (Hch 4,12). La proximidad navideña nos recuerda que este nombre salvador fue dado al mundo en la humildad de Belén.