San Romualdo

San Romualdo (c. 950-1027) fue un monje italiano que revolucionó la vida monástica occidental fundando la Orden de los Camaldulenses, síntesis única entre vida cenobítica y eremítica. Nacido en una familia noble de Rávena, experimentó una conversión radical tras presenciar un duelo donde su padre mató a un pariente por cuestiones de honor, hecho que lo llevó a buscar la penitencia en el monasterio benedictino de Sant'Apollinare in Classe.

Insatisfecho con la relajación de la disciplina monástica de su época, Romualdo buscó formas más austeras de vida religiosa. Tras años de experiencias eremíticas y cenobíticas, fundó el monasterio de Camaldoli (1012) en los Apeninos toscanos, donde estableció un sistema único: los monjes vivían como ermitaños en celdas individuales pero se reunían para la liturgia comunitaria. Su reforma influyó decisivamente en la renovación monástica del siglo XI, complementando la reforma cluniacense con el ideal eremítico oriental.

Romualdo vivió durante el siglo X y principios del XI, época conocida como el "siglo de hierro" del papado, caracterizada por la corrupción clerical, la simonía y el nicolaísmo. Los monasterios habían perdido gran parte de su fervor primitivo y necesitaban urgente reforma. Su época coincidió con el inicio de la reforma gregoriana y el resurgimiento del ideal eremítico en Occidente.

Su influencia se extendió más allá de lo monástico: aconsejó al emperador Otón III en sus proyectos de renovación imperial, y varios de sus discípulos se convirtieron en reformadores de la Iglesia, incluyendo futuros papas y santos. Su síntesis entre contemplación eremítica y liturgia comunitaria respondía a las necesidades espirituales de una época que buscaba equilibrar soledad contemplativa con compromiso eclesial.

San Romualdo murió el 19 de junio de 1027 en Val di Castro, cerca de Fabriano, a los 77 años. Había pasado más de cincuenta años dedicado a la reforma monástica, fundando numerosos eremitorios y monasterios por toda Italia. Sus últimos años los vivió como ermitaño, manteniendo hasta el final su ideal de soledad contemplativa.

Fue canonizado en 1595 por Clemente VIII. Su orden de los Camaldulenses se extendió por Europa manteniendo vivo el ideal eremítico occidental. Es venerado como modelo de contemplativo y reformador, demostrando que la renovación de la Iglesia brota de la contemplación profunda. Su influencia se aprecia en posteriores reformas monásticas y en la espiritualidad de numerosos santos, incluyendo San Pedro Damián, quien escribió su biografía.